EL DISCURSO DE LA NADA ANTE LA ONU
* Por Juan Ignacio Ibáñez
El prestigio de un país y su poder de influencia, es un factor crucial en las relaciones internacionales.
Sin gozar de
prestigio, un país no puede ejercer ninguna influencia, y su posición entonces
será de aislamiento y marginalidad. Sus intereses nacionales, por ende,
quedarán con mínimas posibilidades de ser tomados en cuenta por la comunidad
internacional.
Un escenario
estratégico para que un país ejerza su prestigio e influencia, son los
discursos que dan sus Presidentes ante la Asamblea General de la ONU para dar
inicio a las sesiones de ésta, pues allí se abren las deliberaciones y debates
para poder lograr los grandes acuerdos globales sobre la agenda de objetivos
mundiales y las medidas para alcanzarlos.
Lo que allí
expresen países que ya hubiesen alcanzado cierto prestigio, a través de sus
Presidentes, será atentamente escuchado por todos, y tomados muy en serio
dentro del proceso de deliberación.
Por el
contrario, los discursos de países sin predicamento, y que además se presentan
con una retórica grandilocuente y contradictoria con la realidad de su propia
nación, ni siquiera serán escuchados por las demás delegaciones, y menos aún
tendrán posibilidades de que sus propuestas puedan transformarse en decisiones
de la comunidad internacional.
Tristemente es eso lo que aconteció
con Bolivia durante la reciente Asamblea General de la ONU, y el discurso que
allí dio el Presidente Luis Arce Catacora, quien propuso a los demás países del
orbe una agenda mundial de catorce puntos, y en donde cada uno de estos resalta
por sus contradicciones y cinismo con respecto a la propia realidad del país.
Menciona por ejemplo, la importancia
de un sistema mundial de salud solidario y eficiente, sabiendo que en Bolivia
se condena a sus propios ciudadanos a la humillación y la muerte por parte de
sus indolentes, burocráticos e ineficaces sistemas de salud tanto público como de
la seguridad social.
Propone también una alternativa de
lucha modelo y estelar contra el narcotráfico, cuando en el país sus máximos
jefes policiales se pasaron reiteradamente al bando narco, y la espiral de
violencia del narcotráfico y sus crímenes conexos, han avanzado y tomado
territorios y pueblos enteros en todo el país.
Proclama la Democracia para el mundo
cuando en Bolivia no se tiene capacidad para el más más mínimo consenso con la
oposición. Pregona los DD.HH. pero ostenta ante el mundo su alianza íntima con
las crueles dictaduras de Ortega, Maduro y Diaz-Canel, así como, al interior
del país, mantiene en la gaveta los sucesivos Informes de DD.HH. que le urgen a
realizar una Reforma Judicial para el cese de la persecución política.
En suma, ante semejantes
contradicciones, el resultado es que nuevamente Bolivia pasa a engrosar el
listado de los países cuyos Presidentes han brindado célebres “discursos a
la nada” ante el foro de más alta talla mundial, como lo es la Asamblea
General de la ONU, agregando un nuevo motivo para el desprestigio y
marginalidad de Bolivia, lo cual resulta inadmisible e injusto para todos los
bolivianos, quienes sin duda alguna merecemos una mejor representación
nacional.
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